sábado, 25 de junio de 2011

4-ACCIDENTES EN LA UNIDAD DE CABALLERIA. El Alarde en la memoria.


1903
Sera este el segundo año que la persona designada para el cargo de General D. José Indart, no pueda llevarlo a efecto por tener un accidente con el caballo. En 1895 Tadeo Camino General de ese año se cayó del caballo, teniendo que ser sustituido.

ACCIDENTES EN LA UNIDAD DE CABALLERIA.

El dia 29, festividad de San Pedro, un grave accidente imposibilito la actuación del General del alarde D. José Indart.

Muchos entusiastas se alistaron aquel año en la Caballería y la Artillería, siendo necesario recurrir a Hendaya para completar el número de caballos que tenían que participar en el desfile. La fatalidad quiso que los caballos destinados a los jóvenes Tirso de Echeandia y J.M. Berastegui, proporcionados por uno de aquellos cocheros de Ondarraitz, de sombrero de copa de hule y chaleco rojo, se tuvieran tal querencia que donde iba uno seguía el otro, sin que hubiera medio de remediarlo.
A las tres de la tarde del dia San Pedro, el General Indart, acompañado de sus ayudantes y escolta, salía de la calle de la Iglesia, rumbo a “Puntha”  revisar las fuerzas.

En todo el camino el teniente Echeandia montando si no un brioso corcel, por lo menos un tarbés terco y caprichoso, se reía de Lucio Valverde, quien no podía evitar que su caballo siguiese como a su sombra al caballo del joven oficial. Cerca ya de “Puntha” al caballo de Tirso Echeandia le dio por soltar coces y reclamar con sus relinchos la presencia de su compatriota. D. José Indart fue alcanzado por una coz, produciéndole en principio la “fractura” de una pierna. Felizmente acertó a pasar por allí el conocido medico veratarra Rafael Larumbe, quien transportó en su cesta al herido hasta Irun.

Al llegar a Lastaola - relata el doctor- me encontré con la escolta del General Indart, pié a tierra en compacto grupo, como si algo extraordinario ocurriera.
Aparté mi curiosidad, al ser el pobre Pepe pariente mío, me indujo a inquirir lo que pasaba allí, en medio del Estado Mayor, vi al General desmayado, lívido, con una pierna al descubierto y en ella, una media docena de sanguijuelas. Había recibido una coz en la espinilla. Al pronto nadie me reconoció pero poco después, viendo mi decisión, arrancando los chinchemaris y mi aserto que el General no estaba herido de muerte me ejercer la muy noble y humanitaria, sacerdotal y muchos mas títulos que ostenta en el escudo del medico.

-“¡No hay fractura mi General”!- Dije poniendo mi mano en su espalda y como por ensalmo, mi tío abrió los ojos, se puso colorado y de levanto diciéndome. “¡Te nombro medico del Batallón para el próximo año!”
Así tomé parte en el alarde del año siguiente en noble concepto de medico del Batallón y ayudante del General.
Ese año de 1903, fue de General Saturnino Lalanne Pérez. José Indart  por su parte fue los años 1904, 1905 y 1906.
Al año siguiente -otra anécdota del medico- dice que subiendo a la ermita alguien dio un si bemol al oído de su caballo. El pobre animal salió corriendo y arrastrando al pobre trompeta. Yo corrí- dice Rafael Larumbe-  a prestar mis servicios médicos que fueron inútiles. Lo que le hacia falta a Sistiaga no era un medico, era una costurera.



Año 1994.  El Ayudante del General Javier Zabaleta dominando el caballo, despues de un tiro suelto.

*Publicado en D.V, Viernes dia 20 de junio de 2008.

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